Cuando el vino suena
Para la mayoría de la gente el oído es el sentido que menos se integra en el mundo del vino. Pero no es así. Como el vino siempre se bebe en buena compañía –no es bueno beber solo-, el vino se hace oír: en los brindis de los actos más solemnes; en el entrechocar de copas de las citas más íntimas –siempre con espumosos, nunca con tintos–; en las conversaciones convencionales de comidas de trabajo; entre las risas y las bromas de las cenas de viejos amigos; en el tintineo de los ritos religiosos; y hasta en los acordes más bien desentonados del Asturias patria querida y otros cantos populares que saludan las madrugadas en cualquier bodega y en cualquier fiesta patronal de todos los pueblos de este país.
¡Por ustedes! ¡clink!
Foto y texto: Aida Fernández
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